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Dramáticos y Posdramáticos

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Recientemente, el escritor y periodista cultural Jorge Fábregas publicó un artículo titulado Ay, nanita, aquí está el posdramadonde hace un inteligente análisis sobre el debate que existe hoy en día entre el drama y el posdrama. Mucho se discute al respecto, existen los que defienden al primero y otros que se inclinan por el segundo; unos buscan satisfacer al público y los otros a sí mismos. Los posdramáticos afirman que esta es la vanguardia teatral desdeñando todo lo que parezca convencional. ¿Pero por qué entablar una disputa si se puede convivir con “lo viejo” y “lo nuevo” y de hecho nutrirse lo uno de lo otro?
“No existen más que dos reglas para escribir: 
tener algo que decir y decirlo”. Oscar Wilde
Según Aristóteles los componentes de la Poética -y de ahí el drama-, son la unidad de acción, de lugar y de tiempo, por medio de una estructura simple: planteamiento, desarrollo, clímax y catarsis. Para llevar a cabo el hecho teatral, se requiere de actores y de un director que interprete el texto elegido para llevarlo a escena. Lo esencial es, como dice Fábregas, que “a muchos nos gusta que nos cuenten historias”. Como parte de la naturaleza humana, es un deseo primitivo y milenario de donde provienen la narración oral, las fábulas, los cuentos, las leyendas, los mitos, los cantos de los trovadores, la literatura y el drama.
La estructura aristotélica se encuentra en las obras de los clásicos griegos, el Siglo de Oro español, Shakespeare, Molière, Racine, Chéjov, Ibsen, Wilde, Lorca, Miller, O’Neill, Pinter, Fo y en la mayoría de los dramaturgos clásicos y  contemporáneos. Puede haber aparentes alteraciones al esquema: contar una historia “de atrás hacia adelante”, jugar con los tiempos, recurrir a la analepsis, al raconnto, crear escenas paralelas, ofrecer finales optativos, iniciar la acción desde el lobby de la sala teatral, romper la cuarta pared, pero finalmente, de una u otra manera, en toda las obras vemos un planteamiento, desarrollo, clímax y catarsis.
Dramáticos y PosdramáticosAhora bien, Fábregas apunta Si el drama ha tratado de complacer al público, el posdrama tiene otra actitud: la del autor, el artista que, antes de preocuparse por su espectador, se preocupa por su propia obra y por sí mismo como artista” y menciona que “El posdrama bien podría ser llamado ‘contradrama’ porque reniega contra la mayor parte de los elementos que hacen una obra dramáticamente atractiva“. De ahí que el posdrama rechace lo habitual del drama en cuanto a estructura, le resta importancia al texto (o el autor suele omitir las didascalias y en lugar de personajes utiliza guiones, por ejemplo) evita actuaciones con complejidad sicológica, se aleja de la ficción, de la acción y de la tensión, llevando el acto teatral casi siempre en un espacio no convencional, ya que considera que  todo lo que se ha venido haciendo es algo arcaico y en vías de extinción. Fábregas afirma que el posdrama “No ignora al espectador, le quiere llegar por otro lado” “no busca conmover ni divertir, se vive como experiencia” y “seguirá siendo teatro, sí, pero antidramático”. En Las Nueve Musas el dramaturgo Ilya Cazes aborda el tema del pretensionismo y del no-teatro. Y un ejemplo sarcástico de cómo escribir una obra posdramática la hizo el también dramaturgo Xavier Villanova en Facebook.
Actualmente en Latinoamérica se está viviendo un gran interés por llevar a escena experiencias posdramáticas; los creadores de nuestros países siguen o imitan las tendencias internacionales, a veces tardíamente, y es así como vemos ahora muchos dramaturgos y grupos teatrales que se adentran en el posdrama y la escena expandida porque consideran que es la vanguardia, el verdadero teatro, el futuro. Es decir: está de moda y piensan que es avant-garde. Por si fuera poco, ahora esto puede facilitarles las tan codiciadas becas y complacer a muchos críticos y promotores culturales deslumbrados por esta propuesta.
A pesar de todo, como dice Fábregas “lo que sí es un hecho es que el posdrama y la escena expandida le están dando nuevos aires al teatro”. Por eso en la actualidad vemos que el drama se nutre del posdrama y el posdrama, quiera o no, retoma elementos del drama tradicional. “Viva el apareamiento, viva el mestizaje” afirma Fábregas, “hay una veta maravillosa de creación, presentación y representación en la bendita posibilidad de lo híbrido”. Porque como él mismo lo ha expresado: “En principio un escenario… no hay final, todo cabe ahí”, lo cual suscribo totalmente: en el teatro hay cabida para todo, sus límites y posibilidades son infinitos y un género o una corriente no deberían estar reñidos el uno contra el otro ya que en materia escénica las posibilidades son infinitas.
Dramáticos y PosdramáticosIndependientemente por qué estilo se incline uno, ya sea por el drama o el posdrama, desde mi punto de vista el meollo del asunto radica en algo fundamental: el discurso y la reflexión que este propicia; destacar el fondo más que la forma. Sea como se cuente una historia –o se pretenda no contar nada-, lo importante es lo que se quiere decir, lo que se expone y manifiesta. Porque estilos y modas van y vienen; hemos sido testigos del teatro futurista, del absurdo, de la crueldad, del oprimido, expresionista, dadaísta, costumbrista, entre muchos más; algunos permanecen y otros pasaron a la historia. Como quiera que sea, para mí lo relevante es el discurso de un autor, de un director, de una compañía teatral y su conjunto, porque sin discurso y sin reflexión caemos en el vacío, lo hueco, lo superficial, lo intrascendente y lo inútil. El teatro es una trinchera de ideas y sin estas, la experiencia escénica carece de sentido.
Finalmente comparto el sentir de Fábregas quien dice “Tengamos cuidado con quienes declaran: ’Este es el verdadero teatro y así se debe hacer el teatro’”. En tiempos donde el autoritarismo y la intolerancia imperan y cobran peligrosa fuerza, deberíamos alejarnos de los gurús o caciques que dictan lo que debe o no ser, mucho menos en el arte donde todo puede ocurrir. Celebremos y defendamos la libertad de creación, las amalgamas, las diversas propuestas artísticas sin descalificar a las otras. Viva la coexistencia de todas las vertientes, modas o tendencias que lejos de separarnos, nos enriquecen. Y ante todo, hagamos lo que hagamos, defendamos el discurso y propiciemos la reflexión. Porque en el teatro todo es posible.

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